Esta buena práctica se centra en las actuaciones de conservación y restauración de los bosques formados por Taxus baccata. Estas, permitieron recuperar bosques relictos de Taxus baccata mediante plantaciones con material autóctono, restauración del hábitat, control de amenazas y conservación genética. Estas medidas integradas devolvieron funcionalidad ecológica a ecosistemas degradados y consolidaron poblaciones estables en enclaves mediterráneos húmedos.
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